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Ha derribado su templo, después de haber ingresado a la ciudad destruyendo sus murallas como si fueran sólo la cerca de un huerto. El Señor ha hecho que olvide sus fiestas santas y sábados. Reyes y sacerdotes caen juntos ante su ira.

El Señor ha rechazado su propio altar, ha despreciado su santuario, ha entregado sus palacios a sus enemigos. ¡Hasta se atreven a gritar en el templo como si fuera un día de fiesta!

El Señor decidió derribar las murallas de Jerusalén. Planeó con cuidado su destrucción y la llevó a cabo. Muros y refuerzos de las murallas han caído ante su acción.

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